martes, 13 de mayo de 2014

La historia del "Dodge Viper"

La historia del "Dodge Viper"



Considerado desde una perspectiva actual, el Dodge Viper se asemeja a una criatura sacada de otro tiempo. Es una consideración que le lleva acompañando desde el momento en el que apareciera como prototipo en el Salón de Detroit de 1992. Por algo fue el precursor del casi inmediato paso a la conducción en serie de los concept car más ambiciosos, ya que se concibió en un tiempo record después de ser presentado como prototipo.

Su esencia sigue inalterada desde entonces y supone un guiño a los grandes roadsters radicalmente deportivos de los años 60´s. Uno de los inventores del concepto, el genial Carrol Shelby, padre espiritual de los AC Cobra, colaboró íntimamente con los ingenieros de Dodge para definir un automóvil tan radical como único, muy similar en cuanto a filosofía al Cobra Daytona, cuyas únicas modificaciones a los largo de un década han venido dadas por un motor cada vez más poderoso y alguna ligera mejora de equipamiento pero siempre permaneciendo fiel al concepto original. Aquel se llamaba RT10 y era un deportivo en estado puro con un motor V10 de 7,9 litros bajo su capó delantero, carrocería de fibra y el desprecio más absoluto hacia el confort.

También Detroit, un año después. Sería el punto elegido para hacer debutar el siguiente concepto Viper: el GTS Coupé, algo más que un RT10 capotado, que se convertiría en realidad un par de años después y AUTOMOVIL ya había conducido en fase de prototipo en agosto de 1993. Sus argumentos fundamentales eran 50 CV adicionales a los 400 del RT y 1,5 mkg de par motor, que se traducían –junto a la mejora aerodinámica- en 27 km/h adicionales de velocidad punta. Estrenaría también airbag del pasajero, un pedalier regulable en profundidad, aire acondicionado y un tratamiento en profundidad destinado a conseguir un chasis que asimilara cada uno de los caballos y significase el punto de partida para el desarrollo de versiones de competición, algo que cristalizaría durante 1998 en el equipo oficial preparado por Oreca.


El paso al siglo XXI significó otra vuelta de tuerca al brutal V10 para dar vida al SRT10 (siglas de Street and Racing Technologies). La cilindrada aumentó, llegando a los actuales 8.277 cc, 506 CV, más de 72 mkg de par y más de 300 km/h de velocidad punta. La última joya hasta la aparición, ¡cómo no!, en el Salón de Detroit de la versión más brutal de un Viper GTS Coupé, con el 8.3 rindiendo 517 CV, el último paso en incesante torrente de poderío que pronto llegará a las carreteras.



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